Nunca antes me había puesto a pensar en la cantidad de cosas que tienen que pasar en realidad, para que dos personas se encuentren en un mismo lugar, misma hora; y no me cabe duda,

Somos dos vidas paralelas de corazones perpendiculares, no importa cuánto intentemos escapar del destino, siempre nos alcanza, y cuando pienso que lo nuestro llegó a su final, cuando creo poder controlarme enfrente de ti y actuar distante, mis sentidos me delatan, y vuelvo a caer entre tu par de ojos marrones.

Mantengamos en secreto lo mucho que nos divertimos, lo mucho que nos gusta besarnos, pero, sobre todo, mantengamos en secreto lo mucho que nos queremos.

Intentemos pretender que todo está bajo control, que nuestros cuerpos no quieren correr a encontrarse, a tocarse; callemos las muchas preguntas que tenemos el uno para el otro y sigamos queriendo a medias a otras personas, y digo a medias, porque mientras nos tengamos en el corazón, ¿qué tanto podemos ofrecer a alguien más?

Podemos apagar el fuego con cubetadas de agua fría, de indiferencia, pero debemos recordar que al Sol no lo podemos tapar con un dedo… Y yo soy la Luna; vivo esperando el cielo de la mañana para encontrarte del otro lado, vivo esperando verte, aunque sea a lo lejos. Puedo callarlo hoy, mañana, un mes quizá, pero no podría vivir el resto de mi vida sin decirte que tu sonrisa es mi cosa favorita en el planeta, y realmente detesto cuando el mundo con su frialdad te la apaga.

Tenemos dos opciones:

• Arriesgarnos y derretirnos en la debilidad peculiar que tenemos el uno por el otro o…
• Enterrar todo esto, lo nuestro.

Me da miedo perderte, me da miedo no tenerte, me da miedo que todo salga mal, pero más miedo me da jamás haberlo intentado contigo; más miedo me da cruzarme de brazos y que alguien más te abrace. Así que dime, ¿qué vamos a hacer?

Porque, millones de piezas se acomodaron, incluso desde antes de que naciéramos, todo se alistó para que tú y yo nos conociéramos, nos viéramos, y nos quisiéramos. Pero intentemos disimular un poco más, intentemos controlar el fuego que nos consume cada noche; digamos que estamos felices donde estamos, aunque te mueras por estar conmigo, y no quieras estar en otro lado, solo donde estoy yo: la que te hace reír, la que te entiende, la que te espera, la que te mira con admiración y cree que eres irresistible incluso cuando luces fatal.

Dime entonces, ¿qué vamos a hacer? Porque yo te juro que, si me lo pides, yo me quedo en tu vida, entregándote la mía, para hacer de ésta, – nuestra – vida.

No, no hay nadie más; quiero amor, sexo y guerra contigo. Quiero hacerte el amor esta noche, y hacerte feliz el resto de tus días. Quiero que sepas que mi corazón te eligió, que incluso la razón ha cedido y me dice: “arriésgate”, y yo elijo arriesgarme a quererte sin peros, sin condiciones, sin importar lo grises que puedan ponerse los cielos. Quiero paz, tempestad y serenidad contigo, lo quiero todo de ti.  

Texto de Arte Jiménez