Soñé que nuestros cuerpos eran continentes, que los polos se descongelaban, y tú y yo nos volvíamos a encontrar en medio de la tempestad. Vi ciclones y mareas altas, vi tormentas y relámpagos, pero nunca dejé de contemplarte a lo lejos, fue entonces que desperté, y supe que perderte es mi peor tormento.
En mi piel escribiste con caricias patrones que cuentan nuestra historia, cómo jeroglíficos, cómo patrimonio que el tiempo desgasta, que con el abandono se desmorona. Das vueltas por mi cabeza, y pienso que quizás si le cuento al viento cuánto te quiero, él te lo diga al oído, y descubras que los días pasan, las horas y las semanas también, pero mi fiebre por ti no.
Puede ser que me cambiaste, que cuando me encontraba cómoda con la frialdad de la soledad, llegaste a sacudir mi mundo, eres un terremoto que no destruye, sino que acomoda, haces que todo se asiente en su lugar, haces que mi corazón sienta de nuevo, avivaste mis sentidos, destruiste mi armadura, quemaste mis armas, eres mi debilidad, eres kryptonita.
Ojalá olvidarte fuera tan fácil como quererte, y ojalá los recuerdos no me hicieran vibrar, ojalá el olvido fuera tan sencillo como respirar. Pero miro al cielo, vuelas como papalote de mil colores, no tienes rumbo, no sabes a donde vas, no sabes qué quieres, te tienes que soltar, vivir la vida que te corresponde, y yo contemplo lo bien que te ves feliz, incluso cuando es sin mi.
Es real, desmantelaste mi fortaleza y ahora me encuentro sin mecanismo de defensa; tu aparición en mi vida fue una inyección de adrenalina, una taza de café por la mañana, y los lunes se sentían como viernes cuando te llamaba. Sobre el destino no tengo control, pero sobre mis palabras si, y por si las dudas, sólo por si acaso, por si mañana es tarde para que lo sepas, te doy ya un resumen de todos mis párrafos en dos palabras: te adoro.
Texto de Arte Jiménez
Fotografía por: Florian Weiler
No realices plagio, se original
Es de los textos más hermosos que he leído en la vida, quiero leer más de tí.