El incesante miedo a ser irrelevante.

Una vez alguien me dijo: «Hay que saber cuando un proyecto se debe acabar», no fue la clase de palabras que suelo tomar a la ligera, porque una, venía de una persona importante, y segunda, ese proyecto era este blog. Más que tratarse de un blog, para mí siempre ha sido un espacio para poder dejarme ser, tal cual lo siento, tal cual he ido avanzando en la vida; no había caído en cuenta de lo importante que era para mí, hasta que valoré las palabras que había invertido todos esos años, y la conclusión fue que eran en realidad, mi vida. ¿Cómo decides acabar aquello que te ha dado esperanza en los días más oscuros?

Cuando eres chica te enseñan a relacionar las buenas calificaciones con el éxito, los premios a buen promedio como el objetivo; te instalan la idea de que los aplausos son aquello a lo que debemos aspirar en la vida, porque eso es lo que «te lleva lejos», pero, ¿cuándo alguien te preguntó qué tan lejos querías ir? Es decir, tu compañera quizá deseaba ir a ese concurso de ciencias, pero tú no. Sin embargo, la excelencia fue una de esas cosas que nos hicieron creer que debían ser más importantes que la paz. El éxito no eran las buenas calificaciones, la aprobación de las maestras porque siempre levantabas la mano y sabías las respuestas, era ser tú en un mundo que desde el primer día, nos impone reglas. Una de mis preguntas más constantes ha sido: ¿Existirá alguien que no haya crecido creyendo que le debía todo a todo mundo y pudo construir sus creencias, o su realidad sin que alguien más le dijera que camino tomar?

El sistema educativo está diseñado, por ejemplo, para hacerte creer que el mayor logro es tener una boleta en donde un 10 se repita la mayor cantidad de veces posibles. No importa si la pasaste mal, si te sentías en paz o no, lo importante es que eras alguien a quien le daban un diploma en la ceremonia y todo mundo decía, «¡Wow! Tiene un futuro prometedor», ¿quién no quería ser la siguiente joven promesa? Yo quería serlo. Yo quería ser la primera escritora mexicana de menos de 25 años que, exitosamente conquistó el mundo con sus historias. Los 25 años los cumplí sin problema, pero no he conquistado el mundo con lo que escribo, es más, he perdido más seguidores y audiencia desde que decidí dedicarme a escribir, a venderme como escritora, y dejar de pensar en la mente de una creadora de contenido que se estresa porque ya no sabe qué subir. La gente ha dejado de creerme relevante, y a cambio yo he obtenido paz.

Me di cuenta que, durante mucho tiempo, yo me había dejado influenciar por esas antiguas creencias, y que gente que me rodeaba consideraba que el éxito yacía justamente en monetizar de forma millonaria, esto, lo que yo empecé haciendo porque simplemente quería sanar mi corazón roto. Cuando escuché que yo debía saber cuando un proyecto debía terminar, resoplé, porque no podía creer que alguien que sabía el significado de Mujereología para mí, se atreviera a sugerirme que era momento de abandonar lo que más me gusta hacer en el mundo simple y sencillamente porque no resultó ser un proyecto millonario, o lo que muchas personas denominarían «Exitoso». Durante un tiempo me imaginé a esta persona viendo este blog como algo diminuto, insignificante, desechable, incluso a mí; solía sentir ansiedad al imaginármela diciendo cosas cómo: «Es que mira, no ha triunfado, ¿de qué le sirve su blog?», en efecto, ni un Pulitzer, ni una invitación a eventos especiales, pero sí MI PAZ.

Fue a partir de dicha experiencia que tuve una conversación conmigo misma sobre lo que YO quería hacer, lo que YO consideraba éxito, sobre lo que YO deseaba, porque había dejado de escucharme por estar ocupada con lo que el mundo gritaba. Claro, seguramente seguir una línea me hubiera dado millones de seguidores, un contrato con alguna editorial, patrocinadores que pagaran bien, la satisfacción de subirme a un panel de conferencias porque ante los ojos de miles de personas, yo soy un digno ejemplo de triunfo y conquista. Pero no fue así. De hecho, tomé el volante y lo giré hacia la dirección opuesta, esa en donde poco a poco ha dejado de importarme la cantidad de gente que deje de seguirme porque no le gusta lo que hago ahora. Es extraño, seguramente la yo de 10 años no lo entendería, pero he entendido que mi camino, muy probablemente no sea para nada lo que yo solía querer. Mi rutina es el claro ejemplo de ello, solía decir que permanecería toda mi vida soltera, y ahora tenga una vida de mujer casada.

Es cierto, hay que saber cuando las cosas deben acabarse, y en muchos casos eso no tiene nada que ver con quienes somos, sino con lo que nos hicieron creer que debíamos ser. A veces hay que acabar con las ideas que nos limitan de definirnos bajo nuestros propios términos, esos en los que nadie tiene poder, solo tú y lo que has decidido que te da paz, porque créeme, no hay mayor éxito que hacer lo que estés haciendo y sentir paz, porque genuinamente lo disfrutas. Para algunas personas esto puede ser tener mucho trabajo, para otras, tener un ritmo de vida más lento; puede ser salir de viaje a cada rato, para otras personas el tener una casa en donde han echado raíces. Yo determiné que, aunque no tenga nada de lo que inicialmente quería, tengo todo aquello que necesito para ser feliz.

Durante algunos años sentí mucho miedo a ser irrelevante, que «Mujereología» dejara de verse o leerse, que fuera un número en la lista de fracasos, hasta que, afortunadamente mi mente logró entender que ser irrelevante es algo relativo. Puede que no tenga millones de seguidores, contratos para ser la cara de Aerie, pero basta un solo mensaje, un solo comentario en donde alguien diga «Esto me ayudó, me encantó», para que yo entienda que no soy del todo irrelevante, y que lo que escribo, sigue impactando vidas allá afuera. Efectivamente, no soy una autora publicada, soy una escritora sin necesidad de ser descubierta, porque aquí me abro sin temor, aquí puedo hablar con sinceridad, aquí yo tengo mis propias reglas y mi manera de definir el éxito, y ante eso, no hay mayor logro. Constantemente me recuerdo que soy mucho y que a alguien allá afuera le importa lo que hago, y con eso me basta y me sobra.

Espero que si tú te has sentido insuficiente, sepas que está bien si el camino no resultó ser como esperabas, si cambiaste de dirección, si de plano abandonaste la carrera, siempre es más valioso sentir paz porque desde donde haces las cosas, es la fidelidad a quien eres, que lograr aquello que piensas que te llenará de satisfacciones. También es bonito perderse, porque a veces, es cuando no sabes quién eres, que lo descubres porque decides qué partes del mundo resuenan contigo y decides mantener. Está bien si tu mundo cambió, y con él, todo lo que eras tú. Viniste a este mundo a construirte, a desmantelarte, a remodelarte, a definirte. No cargues con aquello que el mundo definió, no vales menos por hacer las cosas de distinta forma.

No somos lo que el mundo nos dijo que debíamos ser, somos aquello que decidimos, incluso cuando eso requiere renunciar a lo que siempre habíamos creído.

Mujereologia

El blog que vino a revolucionar la vida de las mujeres, el guilty pleasure de los hombres.

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