Querido diario: No me voy a casar.

Nunca nada es lo que parece, el amor no es la excepción. Hay muchas cosas que hubiera resultado muy útil saber antes de crecer. Las películas, las series y Disney cuentan el preámbulo, pero no lo que sucede después del beso apasionado con el que dan cierre a una historia. No cuentan lo que pasa después de la boda, después del final feliz tan esperado y predecible, de cierto modo hacen que, con clichés y escenas románticas, el amor parezca una tarea sencilla, una experiencia que nos sucede y debe ser igual en todos los escenarios de todas las personas en el mundo. La vida es mucho más que la trama de chico conoce chica, o el príncipe azul que rescata a la damisela en peligro; la vida es una lucha constante y por ende, lo es el amor; las luchas no son malas, en todo caso nos ayudan a crecer y conocernos mejor.

Yo nunca había tenido la experiencia de durar más de cinco meses con alguien, nunca soñé con una boda, un vestido blanco, fuegos artificiales y rosas, eso tal vez podamos adjudicárselo al divorcio de mis padres. Para mí el amor era un fenómeno que buscaba imitar a raíz de ver Lizzie Mcguire y desear encontrar a mi Gordo, de ver películas en donde Lindsay Lohan besaba a un hombre que me resultaba atractivo. No es que no tuviera referencias como mis abuelos, es que simplemente nunca fue una de mis prioridades; tenía corazón de condominio, no pasaba mucho tiempo para que después de una decepción amorosa, yo encontrara en donde recargarme a llorar o consolarme. ¿La verdad sobre el amor? Es algo muchísimo más complejo de lo que hubiera podido pensar…

Hablar sobre traumas de la infancia, experiencias amorosas pasadas, sobre nuestras fantasías, sobre nuestras deudas, sobre nuestras aspiraciones, sobre la visión que tenemos sobre la vida, sobre ingresos, sobre las personas que te gustan, sobre los límites que son importantes establecer, problemas familiares, sobre las cosas que aún tenemos que trabajar internamente. Sí, no es un trabajo sencillo y sinceramente a veces puede ser aterrador, pero, ¿por qué lo es? Porque existe una parte en nuestro cerebro que forma la expectativa de cómo debería verse y sentirse una relación y esto no incluye la verdad sobre los sentimientos humanos: Se transforman con el tiempo, no son estáticos, pueden morir, pueden renacer, pueden hacernos bien o mal, y eso no funciona igual para todo mundo simple y sencillamente porque somos seres humanos muy distintos. Reprimimos tantas cosas, tememos entablar tantas conversaciones, nos da tanto pánico perder a la otra persona, que no nos damos cuenta que al no enfrentar nuestras propias verdades, nos estamos perdiendo a nosotras mismas.

El año pasado me comprometí y no puedo decir que no me haya hecho feliz, que no haya pensado demasiado en estar con mi pareja en un hogar propio o que no haya fantaseado con poder quedarnos un domingo en la cama sin hacer absolutamente nada. Los meses pasaron y con ellos vino la claridad, algo que pedí fervientemente a mis ancestros, guías, estrellas, y todo condujo a una cosa: A veces crees querer lo que está sucediendo, pero otras veces no es más que tu miedo culpa hablando. El miedo o la culpa son dos cosas que he descubierto que suceden a raíz de que convicciones externas tienen demasiada influencia en nuestras decisiones o, que decidimos que la opinión externa tenga aunque sea, un poco de control sobre la narrativa de nuestra propia historia.

Como mujer adulta ha sido revelador enfrentar que muchas cosas que hago o pienso a veces siguen arraigadas a cosas en las que no creo más. Yo crecí en la fe católica, catecismo, confesiones, misas aburridas y sermones, ya saben… Creer que la mejor forma de vivir o celebrar el amor es una ceremonia en donde sigues minuciosos pasos hacia la famosa bendición de Dios. ¿Por qué estaba dejando que mi vida de pronto pareciera estar narrada por una mujer que seguía creyendo que estar delante del altar era prueba de amor máxima? ¿Por qué quería darle gusto a generaciones anteriores cuando esas personas ya habían tenido su propia vida para hacer las cosas a su gusto? Convertirte en adulta es desprenderte de la idea de que tienes que complacer a la gente, que vas a caerle bien a todo mundo y sobre todo, que existe una forma correcta de sentir o construir amor.

Decir: «No quiero casarme, quiero vivir con mi pareja, seguir creciendo juntos», fue algo que me tomó meses y que no sabía articular porque el miedo se adueñaba de mí; no quería decepcionar a nadie, no quería herir a nadie, no quería que pareciera que estaba menos comprometida solo por lo caminar vestida de blanco hacia el altar y cantar «Aleluya». Ya casi nadie lo hace y creo que es porque a través de los años nos hemos dado cuenta de que hay un error en común: Creer que la finalidad de una relación es el matrimonio y que si no vives en matrimonio tu amor es menos valioso o menos real. Hemos avanzado hacia tiempos en donde no queremos seguir reglas, queremos escribir nuevas; queremos un mundo en donde no tengamos que esconder lo que queremos, sino sentirnos con libertad de gritarlo y sentir que tenemos el amor y apoyo de quienes más nos importan.

Conozco gente casada que tuvo su gran ceremonia, siguieron todo al pie de la letra y aún así son infelices; conozco a quien tomó sus propias decisiones con su pareja y son muy felices; conozco gente que pretende ser otra persona en su relación con tal de no abandonar su comodidad y conozco quien decide expresarse abiertamente en su relación, con miedo a peder a su pareja, pero sabiendo que no puede renunciar a quien es; conozco quien no teme decir que desea a otras personas y a quienes tienen que reprimir algo tan natural como gustar de otra persona que no es su pareja. El amor no es un guion que podamos adaptar a todas las realidades, no es una regla universal, no es lo mismo para todas las personas que habitamos el planeta, el amor es lo que sucede cuando nos permitimos ser y hacer respetando los límites de otra persona, y eso no tiene nada que ver con las reglas que la Iglesia escribió.

Un día alguien le dijo a una conocida que no podía andar con un hombre divorciado porque eso no lo permitía la Iglesia, entonces, ¿quieren decir con quién y cómo pueden ser felices pero no pretenden acabar con la hambruna o encerrar a los pedófilos que tienen en sus templos? Me parece que no es amor, es control. En otra ocasión escuché que el padre decía que la mujer debía obedecer al hombre y sus decisiones en el matrimonio, que somos costillas, pero yo no lo creo así… Creo que en donde hay equipo, hay amor; en donde hay comprensión, hay éxito; en donde dos personas se ven a la par y no con autoridad, hay plenitud. ¿En serio debería creer que no seguir las reglas de una institución creada por el mismo hombre va a traerme desgracia? Yo creo que ni a mí ni a nadie.

Mi generación es la que ha tenido que aprender que el amor no lo puede todo, ni tampoco tiene porque soportarlo todo, no es falta de compromiso, es conciencia sobre lo que es realmente el amor, es un mundo en donde conviven dos personas que deciden crear sus propias dinámicas y tomar sus propias decisiones. Muchas veces la gente se sorprende cuando con toda tranquilidad les digo que yo sé que no soy la última mujer que mi pareja va a considerar atractiva o que despierte su deseo; otras veces la gente pone los ojos como plato cuando expreso que no considere que la monogamia sea para todo el mundo y que el sexo y el amor tienen una división que hay que cuidar; sucede lo mismo cuando digo que la gente puede elegir un modelo de relación distinta a la convencional y eso no quiere decir que carezcan de algo o que necesiten terapia. Hay que acostumbrarnos a que lo que vivimos o sentimos no es lo mismo para la persona de a lado.

No me voy a casar, pero sí voy a tener una relación en donde no tema decir lo que pienso ni tenga que esconder fragmentos de mí y creo que ese es el compromiso más grande de todos… El de dejarte ser y ver vulnerable, humana, sin expectativas, con toda la realidad posible, a veces colorida, a veces dolorosa, a veces fría, a veces cálida. Voy a continuar creciendo y floreciendo en este territorio lleno de causalidades y casualidades; voy a dejar que el tiempo traiga consigo lo que deba traer sin pretender que debo controlar todo. Contrario a lo que te han dicho, el amor no siempre lo puede todo, no tiene que soportarlo todo, no tiene que hacerte ver hacia otra dirección que no sea tu interior, el amor tiene que partir desde el deseo, desde esas ganas que surgen naturalmente, sin más.

¿Cuál es el paso que quieres dar? ¿Hacia dónde quieres ir? ¿Qué relación quieres tener? ¿Cómo vas a vivir tu vida? Decídelo tú.

Mujereologia

El blog que vino a revolucionar la vida de las mujeres, el guilty pleasure de los hombres.

Deja un comentario