A quien debió haber sido mi primer amor:

Debí haberte notado antes, entre las manos que querían alcanzarme; debí haber prestado a tu alma en necesidad de ser valorada; debí haberme entregado a ti con la misma devoción que me entregué a las personas incorrectas. No fue así, pero aquí estoy hoy.

Te miro de frente y no comprendo como es que no pude enamorarme de ti antes, como no pude darme cuenta que tenías absolutamente todo lo que había querido por años. Tú estuviste en la penumbra, en los días en los que la neblina se despejó, y volví a nacer.

Estás aquí, tan incondicional como antes, pero ahora eres tan diferente, veo en ti el deseo de cambiar, de transformarte, de darme tanto y, tengo miedo a fallarte, pero lo estoy intentando aún así. Sé que no supe elegir antes, pero aquí estoy, pidiéndote perdón por los días que llamaste y dejé de responder, por las noches que estuviste en vela, para que a la mañana siguiente volviera a caer en la misma trampa de mis tristezas.

Quiero darnos una oportunidad, quiero sentirte cerca, quiero que vivas en mí y, nunca más debajo de un puente en medio del frío resguardándote de la lluvia. Yo soy tu hogar. Tú eres mi cimiento. Vamos a explorar el mundo, a resolverlo todo, a charlar sin pretender que tenemos la solución a todo, y cuando las asperezas toquen nuestra puerta, que no nos falte el abrazo sincero y palabras de aliento.

Sé que te fallé en el pasado, pero este es mi compromiso a partir de hoy: Estaré firme en días soleados, y días llenos de dolor; sacaré sonrisas en donde solo te quedaron lágrimas; haré que el café sepa mejor dándote tu dosis de amor matutino diario, dedicándote mis mejores pensamientos; te prepararé el desayuno, te daré de comer sanamente, te mantendré en acción para que tu cuerpo mantenga movilidad cuando envejezcas.

¡Te amo! No hay otro lugar, otro sitio, otro cuerpo que quisiera habitar. Te amo, mí misma. Nos amo. Hemos superado todo, hemos dejado ir, nos han perdido, nos hemos reencontrado. Eres tú quien me dio la mano cuando pendía de un hilo, yo misma estuve ahí para confirmar mis peores miedos, y yo misma los evaporé. ¡Me amo!

A ti, querida mía, que me has visto crecer a través del tiempo, y estás siempre en espera de que vea lo magníficas que somos, tengo buenas noticias, no voy hacia ningún otro lado, solo hacia ti, hacia tu dirección, siguiendo tu instinto, alejándome de lo que me hace mal, cambiando para poder vivir con tranquilidad, dándolo todo, pero esta vez, a nosotras.

Mí misma, gracias por estar siempre, por dejarme ser y darme cuenta que es mi momento. Estoy en control, amo mi cuerpo, amo quien soy, sé que me equivoco, pero sé que puedo mejorar. No nos volveré a dejar.

Texto de Arte Jiménez

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Fotografía de Noah Buscher en Unsplash

Mujereologia

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