Hablemos sobre el aborto

Ni ser pro – vida te convierte en un defensor de derechos humanos, ni ser “pro aborto” te convierte en una asesina.

El aborto sucede desde los buenos egipcios; en países como China se encontraron herramientas para practicarlo en excavaciones arqueológicas; es una práctica tan antigua como los besos entre homosexuales, pero bueno… Hoy en día causa revuelo porque se busca higiene, que no se castigue a las mujeres, y lo más importante: que exista la educación sexual.

De chiquita recuerdo haber escuchado la expresión “Te trajo la cigüeña” cientos de veces. Recuerdo que, al abrir el libro de la Secretaría de Educación Pública, la información era… Limitada; el tema no era demasiado extenso (como lo es en la vida real), y todos solían apenarse al respecto incluso cuando ya teníamos 10 años. En aquella época era más importante aprender a dividir, que aprender a conocer nuestra naturaleza, porque claro… Los números pagan las cuentas. Mi historia con el sexo comenzó a los 11 años cuando por primera vez vi pornografía en un canal de televisión abierta a las 11 de la noche, ¿Qué que hacía viendo eso? Bueno, había dejado la película del Titanic, me quedé dormida, y al despertar vi a una mujer rubia en un sillón tocándose; aún recuerdo haberme acercado un poco a la pantalla para ver lo que sucedía… ¡Y descubrí que yo tenía lo mismo que ella entre las piernas! Algo que en la escuela llamaban “aparato reproductor”, les digo, la información era limitada.

Después de tal cuadro no quise quedarme con la curiosidad y, tomé la enciclopedia del cuerpo humano de Larousse que tiene mi mamá entre su montón de libros… ¡WOW! Resultó ser que no sabía ni la mitad del conocimiento que había adquirido. Y un buen día descubrí que el clítoris y otras zonas como los pezones, eran las joyas que todo mundo necesitaba conocer, pero, ¿Por qué tanto lío hablar de sexo? ¿Por qué parecía que era un tema malo, casi como si decir la palabra fuera a sentenciarte a un castigo? Comencé a cuestionarme muchas cosas desde chica, pero siempre sentí que era algo que tenía que guardar para mí, porque el sexo era un “pecado.”

No siempre estamos listos para recibir el conocimiento que nos hará cuestionarnos por las cosas que nos enseñaron en casa.

Al crecer me di cuenta que yo no había sido más que una esponja que había absorbido todo el comportamiento social en el que me desarrollaba, y el cuestionamiento me volvió a visitar, tendiéndome preguntas como: “¿Por qué crees en lo que crees? ¿Cuál es el origen de las cosas? ¿Por qué la gente siente el derecho de ser juez? ¿Por qué las religiones pelean entre sí? ¿Por qué las mujeres siempre estaban encueradas en las revistas? ¿Por qué se supone que yo tenía que aprender a cocinar y servir? ¿Por qué debía de tener hijos?”

¿Por qué una mujer que tiene sexo es una “puta”, y un hombre que la deja embarazada no es señalado tan arduamente? Porque según el discurso moralista ella es una caliente, irresponsable, puta fácil que había dado las nalgas. ¿Por qué la mujer tenía que lucir joven y siempre va contra reloj inyectándose botox? Porque a ningún hombre le gustan las viejas y si envejeces, tu marido se buscará una más joven. ¿Por qué la gente es juez, cuando lo único que vinieron a hacer a la tierra es vivir su vida como cada quien crea mejor? Porque claro, Dios dijo tal o cual en tal versículo. ¿La dura verdad?

Nadie legisla con la Biblia en mano, porque las leyes universales no se rigen por las convicciones individuales, y eso es algo que yo entendí.

La gente teme a la legalización de todo siempre; sucedió con el alcohol porque todo mundo pensaba que estaríamos nadando en vodka; sucede con la marihuana porque todo mundo piensa que es un asesino silencioso de neuronas cuando en Colorado la comes en hamburguesas, y en Holanda hay bares dedicados a la cata de dicha planta. Con el aborto piensan que es lo mismo, que todos vamos a andar como conejos por doquier sin protección, porque deshacerse de un feto es legal y, no, nunca ha sido así.

Se oponen ante el aborto con argumentos morales, cuando la realidad es que es una práctica delicada que no solo atenta contra el cuerpo, sino que, existe un daño psicológico importante, no por nada las clínicas ofrecen atención de esa índole. Hablan del aborto como si fuera una fiesta a la que todas queremos asistir, porque claro, ¿Quién no quiere que su cuerpo sea intervenido arriesgando su propia vida? Suena entretenido, divertido, suena a algo que todas las mujeres quieren.

Sí, seguro es eso…

Pero no, de verdad nadie desea someter su cuerpo y mente al dolor ni al castigo. Pero cuanto más lo analizo, más me doy cuenta: la raíz del problema son los mismos que están en contra del aborto, porque, en su mayoría son las personas que temen que sus hijos escuchen las palabras “pene” o “vagina”, en kínder porque subestiman su capacidad mental de poder entender el mundo y su funcionamiento.

He visto algunas variantes: Hijos producto de un embarazo no deseado crecer en una casa de ambiente hostil, maltrato psicológico por parte de los padres al decirles que le arruinaron la vida; en otros casos es bien sabido que bebés son abandonados en basureros y los orfanatos no siempre tienen las condiciones óptimas, en algunos casos hay niños que a los 10 años siguen sin ser adoptados, ni a los 18 años; situación de calle, drogadicción, suicidio. No todos los finales son felices.

Sea legal o no, seguirá sucediendo.

Dicha ley, como cualquier otra existe para ser utilizada en caso de ser necesario; garantiza que exista regularización de las instituciones que ofrecen dicho servicio, que cumplan con las normas sanitarias, y que sean accesibles para todas las mujeres, es decir, que las clínicas sean óptimas.

El aborto debe ser legal. En un país como México en donde la educación sexual aún no avanza por ser conservador, donde el 90% de las violaciones sucede entre familiares, en donde las mujeres en algunas ocasiones son forzadas en reproducirse hasta tener un hijo varón, en donde es más fácil que una mujer vaya a la cárcel por poner punto final a algo que realmente no quiere que suceda, pero los criminales y violadores andan libres, debe ser legal.

Esto es un problema con una raíz tan profunda que probablemente podría escribir un libro al respecto. El primer acercamiento de los jóvenes al sexo, es la pornografía, y no es mentira que en la mayoría de los sitios hay vídeos con títulos como “Me la cojo borracha y me vengo adentro de ella”, “Adolescente violada”, entonces la percepción del sexo se distorsiona, ¿Y en dónde queda el poder crear conciencia sobre lo que realmente es tener sexo? Es por eso que, desde chicos y chicas, tienen que percibir el cuerpo y a ellos mismos de distinta manera a la que los medios les instruyen.

Si eres una de esas personas que cree que, por legalizar el aborto, nadie se va a cuidar, y que las mujeres son unas asesinas, te recordamos que también hay que evaluar la parte masculina, la posibilidad de la vasectomía, y de enseñarles a ellos a cargar no solo con condones, sino con la seguridad de no embarazar a nadie que no quieran. Esto es asunto de dos, porque no hay bebé donde no hay esperma.

Ninguna mujer desea abortar, no está en nuestra bucketlist, no es un sueño frustrado, pero es la realidad para muchas allá afuera. Y nadie puede juzgar nada que no le ocurra, ni que haya podido vivir y atestiguar.

Texto de Arte Jiménez

Instagram @artejimenez

Mujereologia

El blog que vino a revolucionar la vida de las mujeres, el guilty pleasure de los hombres.

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