Perdóname si te he hecho llorar…

Suelo dedicar mis más hermosas letras a mis amores fugaces, y no me había tomado el tiempo para escribirle a mi más grande amor… A ti, que todo lo aguantas, que todo lo puedes, que todo perdonas, que todo lo mejoras.


Mi lugar favorito son esos instantes en los que estás tú, en los que reímos, compartimos anécdotas de amores pasados, lecciones de vida, y de tu trabajo que francamente a veces es una mierda. Me gustaría poder darte el mundo entero, porque lo mereces, sin embargo, solo tengo para un chocolate caliente. Desearía poder darte plata y oro; seda y lino; pero ya sé que para ti eso no importa, te importa que decida escribir y decirte, demostrarte lo mucho que te amo.


Mi carácter es sin duda difícil, a veces es mi peor enemigo y suelo batallar con él más de una vez por día; sé que puedo decir cosas monstruosas, y que me bastan dos minutos de frialdad para poder devastar un alma entera. Y normalmente, suelo desatar mis tormentas sobre ti, y ése quizás ha sido uno de los peores errores que he cometido, después de no haber estado contigo ese día que tanto merecías una corona, un poema, flores, y un»te amo» mío…


No todo ha sido malo, no todo se ha perdido, y prefiero convertirme en desinfectante y limpiar las heridas, que seguir siendo una cuchilla que te hiere. Porque según me dice el reloj, estamos envejeciendo, y yo quiero estar ahí, y que tú estés ahí en cada paso que demos. No quiero morir o que mueras sin haberme desbordado en el amor que siento por ti, en esa admiración que tengo hacia ti, hacia tu sonrisa pese a un pésimo día.


Perdóname si te he hecho llorar, si lo he hecho más de una vez, ¿ves? resulta ser que después de todo sí soy una completa imbécil. Dicen por ahí que no hay que poner lágrimas en el rostro que nos ha regalado los mejores momentos, tú me regalaste la vida, y no sé que hago aquí sentada, helada, hundiéndome en un vaso con agua, en vez de llamarte y decirte sencillamente eso… «Perdóname».


Y mira que nací poeta, pero para actuar con la cabeza, soy inexperta; existe un abismo entre las manos que recitan mis mejores párrafos, y mi coherencia, soy una persona de sensibilidad absoluta que con facilidad pierde la cordura. No busco justificaciones ni razones, es un análisis introspectivo que comparto contigo, y que sepas, que con la misma intensidad que a veces estallo, yo verdaderamente te amo.


Perdóname, te digo, aunque sé que ya lo hiciste, quiero pedírtelo una vez más… Quiero escuchar tus canciones mientras vamos por la carretera camino a casa, quiero ver tus películas los domingos por la tarde, hablar contigo sobre como la vida a veces nos jode, pero no deja de ser el lugar más divino, digo divino por haberme topado contigo, o tú conmigo.


Me queda claro, no quiero que te queden dudas de cuánto me mueves el corazón realmente, no quiero más incongruencias, y tendré que encerrar a mi bestia interna si es necesario, enjaularla y encadenarla, y aunque no todo sea perfecto, que al final de todo sepas que dejaste huella en alguien, en mi vida, y que me diste la fuerza suficiente para andar por la vida, cuyos terrenos suelen ser hostiles. Que todo aquello en lo que me he convertido y en lo que me convierta será porque estuviste ahí, sin dejarme caer, a pesar de las guerras y las noches en vela mirando errores pasados.


Que sí, puedo ser necia, puedo ser malhumorada, egoísta y fría, pero que soy, también, un cúmulo de felicidad, logros quizá diminutos, sinceridad, y sinceramente sé que he estropeado las cosas más de cinco veces, pero nadie va a desistir aquí, porque eso es lo que sucede cuando las personas se aman. Sin importar lo lejos que estemos, sin importar los mares que nos separen, los silencios que arriben, los defectos acentuados, o las malas mañas, siempre serás mi persona favorita, mi mejor compañía, el lugar a donde siempre querré volver, una y otra vez, sin cansancio, sin pausas.


Texto por Arte Jiménez

Fotografía vía Tumblr

Mujereologia

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