Cuando entré a la universidad, un universo comenzó a abrirse, porque, aunque tiempo antes exploraba, cuestionaba, y observaba, era la primera vez que le ponía nombre a muchas experiencias que había experimentado. Una de ellas, por ejemplo, fue que durante una época de mi vida viví muy acomplejada por no ser rubia, pero más que eso, que tenía los ojos cafés: «Es demasiado común», me decía, «a los hombres les gustan las rubias, o los ojos claros, yo no lo tengo», repetía. No sabía que aquel fenómeno tenía un origen invisible, y que no era la única en estarlo experimentando… La manera en la que se retrataba a la sociedad, era hegemónica, lo cual tenía como consecuencia que, la visión de muchas generaciones fuera limitada a creer que aquello, era lo único que existía.
La representación tiene un impacto, y sí, era importante comenzar a hacer comentarios sobre la falta de historias, de perfiles, de personas que, habían vivido otras cosas, en otro lugar del mundo, con una visión completamente distinta, y eso fue algo que sucedió gracias a la era digital. Arrojar luz sobre realidades paralelas es necesario para nuestra evolución, sino, ¿de qué manera podríamos hacernos de herramientas para crear un mejor mundo?
Considero que una de las cosas que hace que la gente permanezca renuente al cambio, es la comodidad de vivir en lo conocido; cuando nos enfrentamos a cambios, las preguntas suelen conducirnos a temas, investigaciones, o lugares que jamás imaginamos, y que además, nos demuestran que no lo sabíamos todo, que estamos cambiando constantemente, y que aunque, la ignorancia es cómoda, es el inicio de una sociedad que no avanza, sino que retrocede constantemente. Tomemos como ejemplo el feminismo, un movimiento social con más de 100 años de historia, pero que muchas personas critican con el argumento de «Feministas eran las de antes», sin tomar en cuenta las luchas que tomaron lugar por la fuerza; si hablamos del movimiento sufragista, tenemos un claro ejemplo de que desde hace mucho tiempo las mujeres vienen pidiendo las cosas por favor, pero la única manera de ser escuchadas es haciendo uso de la desobediencia civil, ¿por qué? Porque al parecer es el único lenguaje que saben quienes quieren someter y oprimir a un grupo de personas.
En mi caso, ha habido temas o situaciones que me parecen totalmente ajenas a mí, pero que a lo largo del tiempo he aprendido que si no me informo lo suficiente sobre el tema, no puedo generar una postura, por lo tanto callo, investigo, trato de generar un punto de partida propio en donde no puedo asumir nada, sino absorberlo todo. Eso me pasó cuando investigaba sobre el abolicionismo de la prostitución, que mucha gente confunde con prohibicionismo, y otras personas celebran diciendo que es trabajo. Después de dos años de estar entre esos discursos, decidí que mi postura era abolicionista porque definitivamente no creo que la explotación de los cuerpos, sea, en absoluto, empoderador, además de que detrás existe todo el mundo de la trata de personas; no podemos romantizar algo que marginaliza e ignora problemas que orillan a las mujeres a eso, como por ejemplo, la pobreza, y la discriminación.
Para mí, denominar a esta generación como una frágil me parece completamente alienado a la realidad, porque para romper con un sistema que nació, por ejemplo, de supremacistas blancos como en el caso de E.U, se requiere muchísima valentía; hay una frase que dice «privilegio es poder educarse sobre racismo, mientras hay gente que vive con eso TODA su vida». Vivimos en un mundo que fue expandiéndose pensando que debíamos de rendirle tributo a Cristobal Colón, ¿no es una locura que de él haya tantas estatuas y una fecha conmemorativa, mientras que para pueblos indígenas hay olvido? Cuestionamientos así no existían antes, y es muy simple saber el motivo, y es que las voces sin poder, no eran escuchadas, eran sepultadas o reducidas a la esclavitud, explotación, extinción.
El cristal es frágil, sí, pero también es filoso. Así que cuando dicen que somos de cristal me imagino que sí, nos rompemos en pedazos para poder encontrar las piezas que no encajan más; nos enterramos en lo profundo causando heridas abiertas, que exponen, a su vez, como la historia ha sido contada por aquellos en el poder, y no por quienes han estado en el último lugar de su estructura jerárquica.
Dejarse abrir de par en par para saber que no has hecho todo bien, que has cometido errores, que hay muchas cosas que tienes que desaprender para poder evolucionar, que no sabes muchas cosas, que eres ignorante en otras, es incómodo, pero eso no quiere decir que sea malo, al contrario, en el proceso de adquirir nuevo conocimiento podemos moldearnos; algo que hacemos toda la vida es justamente eso, cambiar, ¿y por qué dejar de hacerlo? ¿por qué limitarnos de acuerdo a nuestra edad? Creo que el cambio no depende de nada, solo que de verdad, quieras abrirte a escuchar, a aprender, aunque eso requiera reconocer que eres una persona estúpida. Yo he sido estúpida.
Si la gente piensa que al llamarnos generación de cristal están haciéndonos enojar, cometen un error, porque, quienes demuestran realmente la fragilidad de su mentalidad, son otras personas. Si nuestras opiniones, movimientos, causas, generan ruido, incomodidad, molestia, solo significa una cosa: Que el cristal que se rompió, es el de una generación indispuesta a ser revolucionaria, sino a vivir de acuerdo al sistema opresor que explota, empobrece, violenta, y es cómplice de injusticias. ¿Quién querría ser parte de eso? Nosotras/os no.
Texto de Arte Jiménez
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