Sentirse mal también está bien.

Dicen que uno nunca sabe de lo que es capaz de hacer, hasta que no tiene más opción que hacerlo con miedo. Sé que probablemente diste click porque te sientes una basura en estos momentos, somos dos, y sin embargo, ya estoy en paz con ello, en serio. Sentirse una basura no está mal después de todo, y te voy a decir porque…

Para poder explicar mi punto es importante contar mi experiencia. Este año me prometí hacer cosas nuevas, ser otra versión de mí, porque #AñoNuevo, pero conforme transcurrieron los primeros meses, me quedé sin trabajo, y estaba perdida, hasta que encontré un poco de consuelo, lo terminé en donde menos esperaba, en mí.

Un día más común que corriente, estaba revisando mi Instagram y estaba lloriqueando porque además había subido de peso, y en este punto pensaras: «¿Cómo es que alguien que habla tanto de amor propio puede sentirse mal con su cuerpo?», bueno, también tengo días malos, y de hecho, he llegado a la conclusión más importante, que es que no existe amor propio sin la ausencia del mismo, ¿Cómo sabemos que nos queremos si no experimentamos agujeros emocionales que nos hacen sentir seres despreciables? Exacto. Para saber que necesitamos trabajar algo, debemos experimentar la carencia de, la ausencia de, la crisis de los 20, la de los 30, hasta que envejecemos.

En fin, ese día en medio de mis lágrimas me detuve, y de repente me dio risa, porque seguramente me veía horrible llorando como si tuviera 2 años de edad, además de que cuando lloro toda mi cara se vuelve un jitomate; «deja de victimizarte», me dije, porque finalmente sabía dentro de mí que estar acostada sintiéndome, sí, una basura, era consecuencia de mi ocio, así que me ocupe en responder las siguientes preguntas:

¿Por qué te sientes así?, ¿Qué detona tus lágrimas de cocodrilo?, ¿Por qué dejaste de hacer lo que estabas haciendo por auto compadecerte? A eso muchos profesionales le llaman introspección, a mí me gusta pensar que me siento a tomar un té conmigo y puedo dialogarlo como si se tratara de mi mejor amiga. Claro, es que, yo tenía todas estas expectativas: Ser una escritora reconocida, triunfar a los 25, poder comprar mi casa propia, salir de viaje cada seis meses por lo menos, pagar mi crédito, expectativas, expectativas, sin revisar el camino. Y ¡boom! Qué golpe de realidad saber que los caminos que pensamos que construimos, muchas veces tienen minas, piedras, cerros, y demás sorpresas, no quiero decir que todo sea malo, porque en el camino también hay helado mochi, paos, mi salud, la de mi familia, mi pareja, mis amistades.

Eso, detente ahí… ¿Viste eso? Acabo de hacer una lista de cosas positivas, ricas, maravillosas que han existido y permanecido a lo largo de estos meses. Y eso, es muy necesario. A veces cuando estamos nadando en la miseria, nos olvidamos de que, seguramente hay una buena docena de lanchitas que pueden ayudarnos a no ahogarnos, o que la temperatura fría nos mate, como salir a tomar un café con tu mamá, y decirle: «Mamá, necesito que me escuchen porque me siento mal».

Ahora, ¿con qué o quién te estás comparando que simplemente te sientes tan mal respecto a ti? Si la respuesta es un o una influencer que se la vive publicando sobre lo fabulosa que es su vida usando Fendi, o si te sigues castigando con esas expectativas que tenías un primero de enero cuando no tenías ni idea que el destino tenía una mina preparada para ti… Obviamente vas a disfrutar más tu miseria diciendo cosas como «¿Por qué no soy tan fregona/fregón?», cuando en realidad lo único que estás haciendo es evaluar mal toda la situación.

Hace poco leía un libro fabuloso, del cual no diré nada de datos porque haré un podcast hablando sobre él la siguiente semana y quiero que sea sorpresa, pero la cosa aquí es que, dicho libro mencionaba algo sobre los parámetros bajo los cuales calificamos el triunfo o el fracaso, todos basados en conductas aprendidas, que pueden ser desaprendidas.

Si mides tu éxito con base a la cantidad de ceros que tiene tu cuenta bancaria, habrás perdido de vista el propósito de porque estás haciendo lo que estás haciendo, o porque eres buena (o) en lo que haces, o siquiera en porque carajos empezaste algo. Nos venden la idea de que el éxito es estar en la cima, y como hace poco dije en Twitter: La gente quiere recibir aplausos sin hacer ni un solo sacrificio, dando lo mínimo, y así no funcionan las cosas. No es la cima, es el camino. Ponte a pensar, ¿qué sería del camino sin los postres, el café, las conversaciones, los encuentros, y desencuentros? Un vacío sin material suficiente para sentarte con tus hijos a platicarles de la vez que te emborrachaste en medio de un festival cinematográfico (Sí, eso lo hice yo).

En serio, ¿Quién puede tener más éxito que aquella persona que vive en paz? Y por paz me refiero a ser mentalmente estable, económicamente también, con personas hermosas rodeándole. El otro día me acosté preguntándome realmente qué es para mí el éxito… El sacrificio, la pasión, la fe, pero también fracasar como nunca, recibir negativas, que las marcas nos cierren las puertas, porque al final pienso que todo eso me llevará a mejorar, a subir mi nivel, a conocerme más, y mis límites. Añadido a eso, creo que para mí el mayor éxito es saber que no me falta un techo, o alguien que me quiera, porque hasta yo he aprendido a amarme sintiéndome una basura.

Yo me di cuenta que sentirse una basura es ese punto en donde definimos muchas cosas, en realidad, el resto de nuestras vidas pues, cada decisión tiene un efecto póstumo. Si no fuera por ese sentimiento de incertidumbre, ansiedad, y odiarme, no hubiera reaccionado al punto de decir: «Oye, no está bien lo que haces ni como te hablas, madura, acepta tus errores, y encara las consecuencias», déjenme decirles que estoy sorprendida con los resultados. Ahora tengo mucho más control sobre mis crisis de niña chiquita.

Finalmente, quiero que tomes un respiro y mantengas esto presente: Ese niño o niña chiquita que solías ser, quizá no está esperando que seas un maldito empresario, ni una máster de las relaciones internacionales, quizá solo quiere que seas feliz y que disfrutes de cada mordida que le das a ese bendito taco, ¿Ok? No busques excelencia, porque no existe, incluso Bill Gates carece de ciertas cosas, como la tranquilidad al no pensar en el peso de que nadie quiera robarle dinero, o que su empresa colapse, o que miles de familias comen gracias a él.

Disfruta. Ésta es tu vida, no te la compliques más.

Texto de Arte Jiménez

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