Deseo desde lo más profundo de mi ser que tus pulmones estén repletos de oxígeno y tu corazón lleno de vida.
Que en tus mente se acumulen puros tesoros y que tus oídos escuchen sólo hermosas melodías.
Que el vaivén de tus caderas al andar genere toda la energía necesaria para mover montañas y cruzar ríos.
Que tus brazos estén siempre abiertos para repartir y recibir abrazos reconfortantes, y que tus pies se mantengan arraigados al suelo.
Que tu voz sea fuerte y poderosa, y que de tu boca desborden palabras de bondad y sabiduría.
Que el viento meza suavemente tu cabello, mientras la brisa del mar empapa tus sueños y aspiraciones, regándolos de frescura y pasión.
Que el sol dibuje tu hermosa silueta día con día, y que de tus ojos salpiquen destellos más intensos que estrellas en plena obscuridad.
Que tu imaginación construya lugares majestuosos en donde te sientas incondicionalmente resguardada y tranquila, y que las brillantes y hermosas constelaciones que logres observar guíen tu camino.
Que con los años no pierdas la inocencia de los bebés, ni la simpleza de los niños, ni la agilidad de los jóvenes, ni la admiración de los viejos.
Y por último, deseo que nunca dejes de ser mía.
Texto colaboración de: Andréa Jaime