Las lágrimas de una madre son como el ciclo del agua o la energía renovable, siempre infinitas.
Son fuente de sabiduría y melodía relajante para cada paso en el proceso de la tolerancia hacia la frustración.
Son como el natural vaivén de las olas del mar, a veces acarreando miedos y angustias desconocidas y muchas otras arrastrando cantidades inmensurables de amor, orgullo y alegría.
Las lágrimas de una madre riegan campos que hasta ella misma creía marchitos, y que gracias a su dedicación día con día, han logrado florecer.
Es el agua que permite que exista la vida, la que nos hidrata el cuerpo y humedece el alma. Es la esencia de ver nacer a nuestros hijos, guiarlos por el buen camino mientras crecen, y observarlos partir cuando están listos para emprender sus propios destinos.
Son los nudos en la garganta que llevan sentimientos encontrados, revueltos.
Las lágrimas de una madre representan cada hora, cada minuto, y cada segundo desde que tiene la fortuna de verse reflejada en cada uno de su otro yo.
Colaboración: Andréa Jaime
Fotos vía: Tumblr