Eres afortunado, colega; esa mujer que te mira, solía amarme a mí.
¡Y cuánto la extraño! Extraño su risa escandalosa mientras conduzco.
Extraño sus caricias al término de mi día, cuando estoy cansado.
Extraño su constante preocupación por saber cómo estoy.
Aún recuerdo la primera vez que la besé, desde entonces su nombre lo llevo en la cabeza.
¡Era ella, era ella! ¿Por qué no lo supe ver?
Pero verás, ella es esa clase de mujer que conoces joven, cuando quieres comerte al mundo, y te largas…
Vives cientos de aventuras, vas de cama en cama, de boca en boca, de sitio en sitio,
Y todo para darte cuenta que era ella, ella era la indicada.
Vas caminando por la calle y hueles su perfume, volteas esperando que sea ella, pero no es…
De pronto escuchas esa canción que tanto le gustaba y que te dijo que escucharas,
En un instante diminuto te das cuenta de cuanto en realidad la querías, y quieres correr de regreso al primer día que la viste…
Así me pasó.
¡Cuánto deseo haberle dicho que la adoraba! ¡Cuánto deseo haberla cuidado!
Y ahora que corro a su puerta, aquí estás tú, el que puede tenerla, el que puede abrazarla…
El que, de algún modo, tomó el lugar que yo abandoné.
No sabes la puta suerte que tienes, eres el hombre más rico del mundo con ella entre tus brazos.
¡Cuánto lamento no ser yo!
Extraño su sonrisa, su mirada al verme, el modo en que bailaba, cómo me besaba, ¡joder! Era ella, y no lo supe ver.
Así que te doy un breve consejo: ¡Carajo! No la dejes ir como hice yo, porque te vas a arrepentir la vida entera.
Vas a buscar en otras mujeres su esencia, y no vas a poder, su recuerdo te va a hechizar y lamentarás no haberla querido.
¡Quiérela! Lo merece, merece tanto, merece todo, y yo cobardemente huí cuando bien se lo pude dar.
Llévala a bailar, cómprale un libro, hazle de comer cuando se ponga sensible, visítala, llévate con sus padres, no la des por sentada.
Coloca sonrisas y felicidad donde yo dejé desastre, cura las heridas y quédate, porque si no lo haces, tarde o temprano lo lamentarás, y cuando quieras volver, será muy tarde.
Hoy es tarde para mí, para decirle que ella es la cosa más hermosa, que conocerla fue mi mejor suerte.
Y aquí estás tú, quien puede tocarla, quien puede mirarla día tras día, si yo fuera tú, la abrazaría fuerte.
Puedes ir por cada mar, cada continente, pero ella es como el cielo, donde sea que voltees, ella está presente, recordándote que, si no la quieres con todas tus fuerzas, te vas a arrepentir.
Era ella, es ella, ella es de esas que ya no hay, que se entrega completa, es de carne y hueso, es real, tan real que parece irreal en un mundo tan vacío.
Quiérela bien, quiérela por mí, el hombre que fue lo suficientemente estúpido como para dejar pasar un cometa, por estar demasiado ocupado recolectando estrellas.
Ámala, ámala por mí, por los dos, dale lo que yo no, dile lo que yo no, haz todo eso que a mí me faltó, porque si no lo haces, vas a extrañarla, y extrañarla es una muerte lenta.
Colaboración por: C.S Buckheimer.
Fotografía destacada de: Florian Weiler
Fotografía de contenido de sus respectivos autores, vía pinterest.
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