Me refugio en cada mínima excusa, en cada explicación y me demoro en darle respuestas. Mi desencanto es lógico y el vacío en mis ojos es más que obvio.
Y se me traban los pasos. Y los labios. Y la voz no me sale. Y mis manos no te encuentran y mi cuerpo está en huelga.
Y mi alma también me traiciona y mi mente me dispara tu pensamiento. Y pareciera concurso de talentos.
Y cuando lo miro, me quedo con las ganas de encontrarte y cuando lo siento me invade la necesidad de sentirte.
Mi corazón en ayunas y mis palabras se detienen en vacíos hacia el precipicio. Y alguna que otra vez me ruegan mis pasos dar hacia atrás, para haberte detenido.
Y le apuesto a él, a un nuevo él.
Y hay realidad en mis sentimientos, hay realidad en mi mirada, pero es una realidad inventada. Con un poco de verdad, pero más poco que mucho.
Y arriba de su hombro te busco y te necesito. Y te grito en silencio y le ruego al cielo por ti. Y me quedo con las ganas de dejarte de extrañar, de dejarte de buscar en él.
Y soy egoísta y soy todo lo que odio y me doy cuenta que me comporto como detesto que lo hagan. Y le pago con mentiras, le resto detalles y solo cuento los segundos para sumergirme en ti otra vez.
Y besando sus labios encuentro tu sabor. Y en el calor de su roce, me da hormigueo de pensarte. Y desempolvo nuestra historia y sale brillo. Y necesito dejar esa página todavía abierta.
Y en cada pregunta, busco tu opinión. Y en cada milagro un cambio de sujeto, de predicado.
Cuando le escribo, entre letras te me escondes. Y te veo corriendo entre páginas y te observo moverte entre los espacios, entre los renglones. Y todavía eres dueño de mis lágrimas y de mis breves historias de amor.
Y todavía eres el protagonista de nuestra historia. Y siento que le defraudo a nuestro cuento al no tenerte aquí. Y eres mi peor dolor. Y definitivamente, no hay peor dolor que el que tiene nombre, apellido, fecha y olor exacto, pero no fecha de caducidad.
Y tu voz me reprocha y tu imagen me persigue y los acentos se me escapan. Te quiero aquí. ¡Qué tan difícil es decírtelo!
Y uno los lunares de su cuerpo, deletreando tu nombre, apellido e historia. Y me arden los dedos al no encontrar tu toque.
Y te apareces cada vez que lo llamo por su nombre y en su aroma te me escondes. Y te repites en mis rutas y me desubicas. Y te postras entre mi mirada y la suya, entre mi historia y la suya.
…y cada verso falso que él recibe, la parte más sincera te la dedico a ti.
Y no te saco de ahí. Y te quisiera dedicar todo a ti, quisiera leerte este texto y sentirte cerca de nuevo. Y me quedo con la duda por si regresas, lo doy todo a medias porque te espero y aquí me quedo con las ganas y tú sin ellas.
Y estás aquí, tal vez físicamente no. Pero al final, no me aburro de escribirte, de dedicarte poquito, de tenerte un poquito, aunque sea en letras y en conjunto de éstas.
Laura Zalenga Photography