A mis casi 27 años de edad estoy orgullosa de ser la persona en que me he convertido.
Estoy orgullosa de todo lo que me ha pasado: lo bueno, lo malo, las metidas de pata, los logros, los enojos, las risas. Todo esto me ha marcado y me ha enseñado el camino de la oscuridad para luego salir a la luz.
He aprendido que ningún extremo es bueno y que todos somos todo, que todos tenemos tanta luz como oscuridad y el truco está en encontrar nuestro propio equilibrio.
He descubierto lo maravilloso que es ganarse la vida con dedicación y esfuerzo, he perdonado a todas las personas que se llevaron un cachito de mí, a las que en algún momento me hicieron daño. Entendí que la gente te trata como se siente y no hay que tomarse todo personal.
He dejado de torturarme y hablarme feo, he dejado de escuchar las críticas ajenas, he cerrado la puerta a la negatividad.
Me aplaudo, me felicito, me quiero.
He aprendido a ser humilde, creélo la arrogancia no trae nada bueno.
Hoy confío en mí misma y en los demás.
He aprendido a ser una persona buena y creer que el mundo esta lleno de buenas personas y me gusta pensar así.
En estos 27 años he aprendido a dar y recibir.
He aprendido que la gente que está buscando ser el centro de atención está en busca de apoyo y amor y en lugar de criticar y juzgar debemos de ayudarlos y escucharlos.
Aprendí que uno de los valores más importantes es la empatía, ser empatico con uno mismo y con los demás.
También me he dado cuenta que en lugar de preocuparse hay que ocuparse, no victimizarse al contrario hay que saber lo que nosotros somos y comprender las consecuencias de nuestros actos.
Es importante ser bondadoso, seguir a tu corazón y escuchar tu voz interior. A veces hay que hablar menos y escuchar más.
Hay que reír las tristezas, llorar las alegrías, gritar los enojos y nunca guardase nada.
Saber que nadie es perfecto y todos hacen pendejadas.
Es extremadamente importante ser amable, educado y respetuoso.
Aprender a ceder y trabajar en no ser egoísta.
A sonreír, a ser agradecido, a dar segundas oportunidades.
Aprendí que quiero seguir aprendiendo
(…) Y por último le agradezco a la persona más importante.
Por nunca abandonarme, por quererme tanto, A MÍ MISMA
Foto y fragmento texto de: Alexys Vainer Persovski