El mundo puede ser un lugar cruel, y he aprendido que no importa que tan difícil sea, cuando tienes a la persona correcta a tu lado, puedes enfrentar lo que sea. Por eso hoy quiero dedicar mis palabras a quien me ha visto convertirme en la mujer que soy, a ese papá que no me dio la vida, pero que me ha acompañado a vivirla.
Gracias por aceptarme cada día con los cambios que se han presentado en mi vida, gracias por estar en los momentos más difíciles; aún recuerdo cuando llegué a cometer serios errores y tú me acompañaste, porque sé que nunca me dejarías sola, porque podré equivocarme pero nada haría que me dejes de querer. Crecí bajo el ala de tu amor y me has enseñado a trabajar por lo que quiero, exigir lo que merezco, (incluso en un restaurante cuando la comida está tibia), me has dado todas las herramientas para creer que puedo lograr las cosas; no sólo has sido testigo, has sido parte de mis sueños y mis aspiraciones.
Gracias por darnos un hogar, por cocinarnos, por enseñarnos a no quejarnos del trabajo sino a buscar las soluciones a lo que no nos gusta. Tú has ayudado a que tenga más carácter y vea la vida con otros ojos, con ese mismo cuidado que cuidas a toda tu familia. Y sé, que darías la vida por todos y cada uno de nosotros.
Cuando necesito un consejo, puedo contarte cualquier cosa por absurda que sea, y puedo contar con que me darás un buen consejo, que vas a compartir conmigo tu percepción de la vida. Parece que el tiempo corre rápido, y hoy que cumples un año más de ser padre de una familia, de ser el compañero de nuestras aventuras, y el principal admirador de nuestros logros, no podrías hacer otra cosa más que agradecerte por quedarte, por estar. Por escuchar cuando estoy feliz, cuando me rompen el corazón, o incluso cuando estoy enfadada.
Somos afortunados por tenerte, por ser tu familia, por tener a quien admirar. Porque para poder lograr ser excelentes humanos, se empieza por el ejemplo que hay en casa. Te amo.
Texto por Arte Jiménez.
Fotografía por Arte Jiménez.